Es obvio que las personas sanas viven más que las personas
enfermas. El optimismo, en realidad, no solo mejora la salud, sino que también
impulsa la longevidad, de acuerdo a dos estudios realizados en los EE.UU. y dos
en los Países Bajos.
Uno de los estudios americanos evaluó a 839 personas a
principios de 1960, mediante la realización de un examen psicológico para medir
el optimismo-pesimismo, así como una evaluación clínica completa. La misma gente
fue revisada de nuevo 30 años más tarde. Como resultado encontraron que el
optimismo se relacionaba con la longevidad. En la prueba, con cada aumento de
10 puntos en la medición del pesimismo, aumentaba la tasa de mortalidad un 19%.
Otro estudio más reciente realizado en EE.UU. examinó a 6.959
estudiantes que hicieron un test de personalidad integral cuando ingresaron en
la Universidad de Carolina del Norte a mediados de la década de 1960. Durante
los siguientes 40 años, 476 de estas personas murieron por una variedad de
causas, siendo el cáncer la más común. Como resultado vieron que el pesimismo
afectaba de una manera sustancial; las personas más pesimistas tenían una tasa
un 42% mayor de morir que los más optimistas.
Los dos estudios holandeses presentaron unos resultados
similares. En uno, los investigadores siguieron a 545 hombres que estaban
libres de enfermedad cardiovascular y de cáncer cuando fueron evaluados en
1985. En los siguientes 15 años, los más optimistas fueron un 55% menos propensos
a morir por enfermedad cardiovascular que los pesimistas, incluso después de
que los tradicionales factores de riesgo cardiovascular y la depresión se
hubieran tenido en cuenta.
El otro estudio holandés evaluó a 941 hombres y mujeres entre
las edades de 65 y 85 años. Las personas que se manifestaron más dispuestas al
optimismo al inicio del estudio disfrutaron de un riesgo un 45% menor de muerte
durante el período de nueve años de seguimiento.
Se necesitan más estudios para aclarar la relación entre el
optimismo y la buena salud. Es probable que estén implicados múltiples
mecanismos. La personalidad es compleja, y los médicos no saben si el optimismo
es algo innato en una persona o si se puede alimentar y fomentar de alguna
manera. No sabemos si McLandburgh Wilson estaba preguntándose estas cuestiones
cuando explicó el optimismo en 1915:
"Junta al optimista y al pesimista. La diferencia es
graciosa. El optimista ve el donut. Pero el pesimista ve el agujero."
Se están acumulando pruebas de que el optimismo es bueno para la
salud. Pero, con lo que ya sabemos, en vez de esperar los resultados de nuevas
investigaciones, tal vez lo mejor que podemos hacer es buscar resquicios de
esperanza, sonreír en todo momento, ser positivos y rodearnos de quienes nos
quieren para hacer nuestra vida y la de los nuestros mucho más feliz. No te
plantees cuánto te queda de vida ni cómo vas a vivirla, y sencillamente, vívela
y disfrútala cada minuto.
Fotos: Free Digital Photos: Happy Girl
Jumping In Paddy Field by meepoohfoto / Boy And Girl On BMX by Sujin
Jetkasettakorn
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