La leche de almendras no contiene ni lactosa ni colesterol.
Destaca por su agradable sabor y es muy digestiva ya que no provoca
fermentaciones intestinales. Es especialmente recomendada para los niños y
madres lactantes, así como para los convalecientes.
Almendras |
En la Edad Media no existían los refrigeradores ni las neveras
por lo que la leche de origen animal no se mantenía fresca mucho tiempo. La
mayoría de los cocineros no utilizaban la leche de origen animal para sus
recetas salvo ya transformada en queso y mantequilla.
En lugar de leche animal, utilizaban la leche de almendras o
nueces por su consistencia lechosa, por su fácil preparación y por su alto
contenido en grasas naturales, pero principalmente porque se podía almacenar
bastante tiempo sin peligro de degeneración. Debido a su alto contenido en
grasa, puede obtenerse mantequilla de ella, igual que sucede con la leche de
vaca.
La leche de almendras es fácil de hacer en casa:
Mezclar una taza de almendras con dos tazas de agua hirviendo.
Batir con la batidora eléctrica hasta que las almendras sean absorvidas por la
mezcla. Tamizar la mezcla con un paño fuerte de algodón para eliminar los
restos. De esta mezcla se obtienen dos tazas de leche de almendras.
Composición por cada 100 g
- Calorías 660
- Proteínas 21 g
- Grasas 54,2 g
- Hidratos de carbono 17,3 g
- Vitaminas A, B1, B2, E
- Minerales Ca
- Ácido oléico
Propiedades
- Reduce los niveles de colesterol
- Supone un aporte vitamínico
- Facilita la digestión
- Es útil en las etapas de crecimiento
- Recomendada para embarazadas y lactantes
- Efecto reparador en convalecencias
Nota: La leche de almendras no es un sustituto adecuado de la
leche materna o fórmulas hidrolizadas en niños menores de dos años de edad,
debido al bajo contenido de proteína.